Aproximadamente el 50% de la población de la primera potencia económica del mundo cree que Dios nos creó tal y como somos actualmente hace unos 10.000 años. Solo este dato es suficiente para darnos cuenta del grado de ignorancia que gran parte de la población tiene sobre los orígenes del ser humano. Esta situación se ha vuelto mucho más grave recientemente porque la ciencia ha descubierto que estos orígenes no solo determinan en gran parte nuestro físico sino también nuestra forma de comportarnos, nuestras fobias, nuestras enfermedades modernas, nuestros prejuicios y nuestro
funcionamiento biológico. Esto quiere decir que desconocer nuestros orígenes implica desconocer el origen de lo que somos, de donde venimos, adonde vamos, porque nos comportamos como lo hacemos, porque tenemos fobias, prejuicios o enfermedades o porque tenemos la piel clara u oscura o porque nos ruborizamos.
Esta situación explica probablemente porque muchas de las increíbles consecuencias del proceso evolutivo y de la acción de los genes no ha trascendido al público en general y solo son conocidas por un puñado de genetistas y biólogos evolutivos. Este artículo es el primero de una serie de cinco artículos que pretende remediar esto en parte, además, como veremos, esto ya no es solo cuestión de pura curiosidad científica sino que es un asunto de enorme importancia en cuestiones médicas y de salud pública o incluso es posible que el destino de la humanidad dependa de ello.
PARTE I. CONFLICTO SEXUAL: GUERRA ABIERTA EN EL NÚCLEO DE NUESTRAS CÉLULAS
Como probablemente sepa, en el núcleo de todas nuestras células (excepto en las células reproductoras que poseen solo una pareja) se encuentran localizados los 23 pares de cromosomas que no solo han echo posible que ahora estemos leyendo esto sino que además contienen los restos de un proceso evolutivo de 4000 millones de años. Pero todavía hay mucho más, esos 23 pares de cromosomas contienen miles de genes que a su vez contienen un código de 4 letras en el que está inscrita la receta que ha formado los mecanismos biológicos que determinan casi todo lo que somos: nuestro físico, nuestras preferencias sexuales,nuestras adiciones, nuestro carácter, nuestra capacidad de relacionarnos con los demás, nuestra inteligencia, nuestra tendencia a la violencia, nuestra tendencia a los desequilibrios emocionales...
Por supuesto, los genes no actúan solos sino que interactúan con el entorno por lo que no todo está escrito en los genes, sin embargo, como veremos, su influencia es mucho mayor de lo que la mayoría de la gente piensa. De entre las 23 parejas de cromosomas existe una diferente, una que tiene que ser diferente porque es la encargada de contener la información necesaria para desarrollar una mujer o un varón. Son los llamados genes X e Y, si usted es un varón, entonces en esta pareja de cromosomas tendrá un cromosoma X y otro Y, si es mujer tendrá dos X. El gen Y, exclusivo del género masculino posee toda la información sobre los rasgos exclusivamente masculinos
(mayor musculatura, agresividad, actividad sexual, etc) incluso conductas del hombre moderno como el amor por los deportes y las películas de violencia y el odio a ir de compras son consecuencia del proceso de masculinización que el cromosoma Y produce en el cerebro del embrión y durante la adolescencia.
Pero ahora surgen los problemas: muchos de estos rasgos masculinos (por ejemplo la agresividad) son perjudiciales para la mujer que tiene que dedicar una parte importante de su vida al cuidado de los hijos, muchas veces lo que es bueno para el cromosoma Y es malo para el X y viceversa por lo que el cromosoma X considera al cromosoma Y como un rival a combatir y viceversa. Los genes antogonistas en X e Y son vistos como una amenaza mutua.
La guerra está servida, solo que el cromosoma Y está en inferioridad numérica: de cada 4 cromosomas sexuales que existen en el mundo solo 1 es Y mientras que los 3 restantes son X por lo que la probabilidad de que el X haya desarrollado métodos de ataque efectivos contra el Y a lo largo de millones de años es mucho mayor que al contrario. Esto tiene consecuencias increíbles, la primera de ellas es que el cromosoma Y tiene que desarrollar una estrategia de "defensa y camuflaje" para evitar los ataques del X, por esto, el cromosoma Y ha "clausurado" la mayoría de sus genes excepto los realmente importantes, esto quiere decir que la mayoría de los genes del Y no codifican proteínas, es decir, no sirven para nada, excepto para conseguir que la mayoría de ataques del X no afecten a los genes importantes.
Los cromosomas X e Y están continuamente "evolucionando" y elaborando "estrategias" que beneficien a uno y perjudiquen al otro. Este conflicto genético puede tener consecuencias terribles: imaginar que el cromosoma X desarrolla una mutación que produce un nuevo gen que codifica la "receta" de un veneno que solamente mata a los espermatozoides portadores del cromosoma Y. Esto produciría que los hombres se reprodujesen normalmente pero solo tendrían hijas las cuales serían todas portadoras del nuevo gen "venenoso" mientras que si hubiera también hijos este gen no estaría presente en ellos. Esto produciría que el gen se propague el doble de rápido que en condiciones normales por lo que ¡pronto la raza humana estaría en peligro de extinción! ¿Pero como puede ser esto real? Más bien parece el guión de una espeluznante película de ciencia ficción. Pues fíjense hasta que punto esto es real: la mariposa "Acrea encedon" sufrió una mutación como la descrita más arriba, como resultado, actualmente la proporción entre hembras y machos en esta especie es de
¡97% a favor de las hembras!.
Una de las partes más importantes del cromosoma Y y que éste ha conseguido esconder y proteger del ataque del X es la que contiene un gen llamado SRY y que es el encargado de masculinizar el embrión a partir de un cierto instante de su desarrollo produciendo la formación de los órganos sexuales masculinos, modificando la forma y constitución del cuerpo y liberando varias hormonas que producen la "masculinización" del cerebro del embrión. El código genético del gen SRY es poco común: es prácticamente igual en todos los hombres y apenas ha variado durante toda la evolución de nuestra especie (unos 200.000 años), sin embargo, existe una enorme diferencia en este gen entre nosotros y los chimpancés (nuestros antepasados más cercanos). Este gen tiene una variación entre especies 10 veces mayor que otros genes. Esto puede ser debido a una estrategia de "camuflaje" del cromosoma Y: cambiando mucho el código genético del gen se consigue fabricar una proteína altamente diferente a la que es capaz de reconocer el cromosoma X y lograr así "engañarle".
Esta batalla entre los cromosomas X e Y tiene consecuencias increíbles, el cromosoma Y jamás estará en el cuerpo de una mujer, por ello, debido al ataque del cromosoma X y a la selección natural este tenderá a acumular todos aquellos cambios que sean nocivos para el cromosoma X (o sea para las mujeres) con tal de que sean ligeramente beneficiosos para el hombre. Pues bien, el semen, tanto en las moscas de la fruta como en el hombre consiste en una suspensión de espermatozoides en un caldo espeso llamado líquido seminal. Este contiene en gran número de proteínas, que son el producto de los genes, la función de éstas se desconoce por completo, sin embargo, en las moscas de la fruta se han encontrado indicios de una función de las proteínas del líquido seminal realmente impactante: durante el apareamiento estas proteínas penetran en el torrente sanguíneo de la hembra y migran, entre otros sitios al cerebro. Allí tienen la función de reducir el apetito sexual de la hembra y aumentar su velocidad de ovulación, ¡ el líquido seminal del macho redirige la conducta de la hembra y la
orienta en su propio beneficio tratando de evitar que se aparee con otros machos (al reducir su apetito sexual) y fomentando que ponga más huevos para él (aumentando la velocidad de ovulación)! La pregunta inmediata sería: ¿Cual es la función del líquido seminal en los hombres? La respuesta es desconocida pero las hipótesis como pueden imaginar después de leer esto son tremendamente impactantes.
Es incluso posible que este conflicto tenga mucho que ver en uno de los grandes misterios evolutivos: el origen de la homosexualidad. Recientemente se ha descubierto que en los hombres, la homosexualidad es mucho más probable en familias con varios hermanos varones: cuantos más hermanos mayores varones se tengan más probable es que se sea homosexual. Parece como si algo pasara en un útero que ya ha acogido a otros embriones varones. La mejor respuesta tiene que ver con un grupo de 3 genes activos del cromosoma Y llamados antígenos H-Y de histocompatibilidad menor. Estos genes provocan una reacción del sistema inmunitario de la madre durante el embarazo, esta reacción inmunitaria es probablemente más intensa en los sucesivos embarazos de
varones ¿Otra consecuencia del conflicto X-Y? ¿El cromosoma X consigue "controlar" al Y eliminando la capacidad reproductora de los hombres al provocar en ellos un deseo por personas de su mismo sexo? Aun no se sabe que función tiene el gen antígeno H-Y pero se sabe que un gen muy similar codifica una proteína implicada en la masculinización del cuerpo, quizás el gen antígeno H-Y esté implicado en la masculinización de parte del cerebro lo que explicaría porque parte del comportamiento de los homosexuales es similar al de una mujer. Otra pista en este sentido es el hecho comprobado de que en las lesbianas no influye el número de hermanos o de hermanas en la probabilidad de homosexualidad femenina: las mujeres no tienen cromosoma Y.
Por último vamos a hablar de otra forma de "imposición" de los intereses del cromosoma Y sobre los del X esta vez directamente en el cuerpo de la mujer: la placenta. Aunque aún falta mucho por investigar, los teóricos evolutivos actuales están descubriendo que la placenta es una especie de toma de poder parasitaria del cuerpo de la madre por parte de los genes paternos del embrión. En contra de los intereses maternos (debido a que puede tener un perjuicio para la salud de la madre) la placenta, controlada por los genes paternos tratan de controlar los niveles de glucemia y la presión sanguínea de la madre en beneficio del feto. Evidentemente tiene que haber un equilibrio entre la salud de la madre y la del feto y la "lucha" entre los genes paternos y maternos producen ese delicado equilibrio entre fuerzas contrapuestas, cualquier desequilibrio hacia uno u otro lado puede derivar en complicaciones en el embrión o
en la salud de la madre.
Conclusiones
Es muy probable que la mayoría de los lectores no hayan escuchado jamás palabras como "guerra" o "conflicto genético" en ningún texto relacionado con los genes. Los conflictos genéticos como el descrito en este artículo son en parte un descubrimiento reciente, hoy en día los genetistas y los biólogos evolutivos estudian que papel juegan estos conflictos en el desarrollo de las enfermedades modernas como la hipertensión, el cáncer o las enfermedades cardiacas. El conocimiento del verdadero origen genético-evolutivo de estas enfermedades será imprescindible para combatirlas. El esconocimiento de estas cuestiones puede ser catastrófico, quizás nos suceda lo que a la la mariposa "Acrea encedon", quizás la recientemente detectada caída en la calidad del semen masculino sea el comienzo de la extinción de la especie, si alguien no lo remedia...
Fuentes: Evolution: the four billion year war (Longman, 1996), Narrow roads of gene land (W.H.Freeman, 1995), The science of desire
(Simon and Schuster, 1995).
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